IV
De vuelta en mi roñosa oficina.
El relato de Casimiro me dejo con más preguntas que respuestas. No sé si éste chico sea un narrador confiable.
Debo llamar a mí empleadora para darle las tristes noticias y hacer un informe de mis hallazgos hasta ahora. Los siguientes pasos pueden ser peligrosos y es mejor que esté enterada de los acontecimientos, antes de que me suceda algo a mí.
Despierto del modo de reposo a Moría, para escuchar mis mensajes y ponerla al tanto de la investigación.
— ¿Algún mensaje, Moría?
—Varios, Desiderio, ¿quieres escucharlos ahora?
—Dale play.
—BEEP – Recibido ayer 22 de noviembre a las 14:30 horas; “Señor Dessiderio, habla Ana Rosa Gutiérrez, espero noticias de usted. Comuníquesse conmigo en la brevedad posible”
—BEEP – Recibido ayer 22 de noviembre a las 17:15 horas; “Peña, habla Morandini, tu casero. Ya me debes tres meses de renta. Si no me pagas está semana te mando a desalojar, con todo y el carcamal de fembot que llamas secretaria”
—BEEP – Recibido ayer 22 de noviembre a las 18:21 horas; “Sepulturero, habla Mortadelli. Tengo extrañas noticias acerca de tu fiambre. Es un muerto muy solicitado. Unas horas luego que te fuiste, dos tipos con aspecto de matones, que decían venir de la iglesia del McKennismo lo vinieron a ver, dijeron que el muerto era uno de los suyos. Pero si esos dos eran religiosos, yo soy la Reina Selene. Estuvieron a solas con el muerto un par de minutos y luego se fueron. Me mostraron una tarjeta de presentación con una dirección que memorice: Iglesia De La Hermandad Sincrética McKennista de Ceres. DistritoE, sub-nivel 21, Callejón del Amanecer, local 42. Espero te sirva de algo. Me debes una, Sepulturero.”
—BEEP – Fin de los mensajes.
— ¿No entiendo porque no tienes un Eter-pad? O ¿Por qué no mandas a que te remplacen tú Eter-link neural? Podrías recibir tus mensajes y buscar datos de manera instantánea.
—Lo prefiero así, cariño. Para conectarme con el Eter, te tengo a ti.
— ¿Alguna avance en el caso del terráqueo desaparecido?
—Pues si, pero no es un caso tan sencillo como parece.
— ¿Puedo ayudarte en algo, Desiderio? Si me llevaras contigo podría ser de mucha utilidad. Conectada a la toma de la pared me siento inservible y caduca.
—No dejes que el pelmazo de Morandini y sus comentarios de mierda te afecten, Moría. Me eres muy útil tal y como están las cosas —sentí genuina tristeza por mi pobre carcamal de secretaria—. Vamos a seguir intentando reparar y mejorar tu sistema de acumulación de carga, cariño. No importa lo que cueste. Este caso nos va a dejar una buena pasta, podré pagarle a la sanguijuela de Morandini, y después buscaremos el mejor taller de androides de Marte. Esos que hacen mejoras estéticas personalizadas.
—Eso me gustaría mucho, Desiderio. —sus ojos de cristal cambiaron de color sutilmente, pasaron de índigo claro a un magenta muy intenso. Había apoyado su cabeza metálica de mi hombro.
—Bueno, ahora hay que seguir trabajando, cariño. Tengo que comunicarme con la sseñorita Gutiérrez. ¿Me puedes hacer esa llamada?
—Si, claro. De inmediato, Desiderio.
La señorita Ana Rosa Gutiérrez apareció en la pantalla de mi Eter-comunicador, apenas un par de minutos después. La ansiedad se manifestaba en unas tenues líneas en la frente de su juvenil semblante. Sin embargo, hizo el esfuerzo de esbozar una breve sonrisa al verme.
—Sseñor Dessiderio, que alegría verlo. Dígame que tiene buenas noticiass.
—Lamentablemente, no es así, señorita Gutiérrez. —hice una larga pausa, dándole tiempo que asimilara lo que yo no quería decirle con palabras. Esta es siempre la parte más difícil de mi trabajo.
La joven chica marciana entendió de inmediato y rompió en llanto al otro lado de Eter. Era obvio que sospechaba este resultado, pero no pudo ocultar su dolor. Un minuto después, se limpió las lágrimas y su rostro se solidificó en una expresión de solemnidad serena que la hacia parecer mucho mayor de lo que en realidad era.
—Disculpe, sseñor Peña. Quería mucho a mi tío, a pessar de que teníamos muchoss añosssin vernoss.
—No tengo nada de que disculparla, señorita Gutiérrez.
—Por favor, llámeme Ana —su expresión monolítica se suavizó un ápice—.
—No tengo nada de que disculparte, Ana —sus mejillas mostraron un pequeño rubor rosado.
—Muy bien —su cara de seriedad, había vuelto—. ¿Qué ha podido averiguar sobre la… muerte de mi tío?
—Tu tío murió apuñalado en el callejón Oeste del DistritoH, la madrugada del jueves 21 de agosto —hice una solemne pausa—. Aún ignoro que podía haber estado haciendo en esa zona, ya que es un área extremadamente peligrosa para los extraños. ¿Sabias algo de sus actividades, algo que podía haberlo llevado allí?
—El tío Loncho era muy reservado. Yo muchas veces trate de ir a visitarlo, pero el siempre me daba excusas para que no lo hiciera. Secretamente le enviaba dinero, ya que ignoraba como sobrevivía allá. Aunque sospecho que no le hacia falta.
—Pero si sabias que tu tío era un chaman psi y un Hermano McKennista de altas esferas.
—Si, claro.
— ¿Por qué no me lo dijiste antes?
—Nunca me preguntaste la razón por la cual era considerado un traidor al Sistema Solar.
—Touche.
—Ademass sabía que esso lo averiguarías ssin mucho esfuerzo.
—El atacante de tu tío, le hurtó las pertenencias que portaba antes de huir —cambie rápidamente el tema, después habrá tiempo para galanteos—. ¿Sabes si tenía alguna posesión personal que atesorara, o que tuviera algún valor?
—El tío Julián, posseía un hermoso reloj de leontina de oro, una reliquia que había sido de nuestra familia por generaciones. Era ssu más preciada posessión. Mi padre lo odiaba por habérsselo llevado, juraba que se lo había robado del escritorio del bissabuelo. Pero yo sé, de boca del propio abuelo, que él sse lo regalo a Julián. Esto ocurrió hace décadas, Dessiderio, ignoro si el tío Julián aun estaba en posessión de dicho reloj.
— ¿Tenia alguna marca o inscripción particular, éste reloj?
—Una frase escrita en la tapa, del Quijote, creo, a ver si recuerdo bien —pensó por unos segundos con la mirada perdida en su pasado—. “Confía en el tiempo, que suele dar dulcesssalidas a muchas amargas dificultadess”. Y una fecha que no recuerdo.
—Muy bien, eso me puede servir. Revisé toda su habitación y no vi ningún reloj allí. Si el atacante se lo llevo podría ayudarnos a dar con él.
— ¿Crees que asesinaron a mi tío para robarle su reloj?
—Es una posibilidad, según la descripción del único testigo, el atacante podría ser un pordiosero.
—El tío Julián era un chaman McKennissta de grado 6, Dessiderio, y un veterano de guerra —su expresión de seriedad se endureció aun mas, creo que herí su orgullo—. A pesar de ser un devoto pacifista y un anciano, no dudo en que pudo haber dominado mentalmente, a cassi a cualquier individuo. A menos que ese pordiosero fuera alguien ssimilar a él.
—Eso es justamente lo que pretendo averiguar.
El dato del reloj de leontina me da un hilo de donde tirar. Pero hay que actuar con velocidad, debo visitar todas las casas de empeño del DistritoH y sus aledaños, pero ya. Cada minuto que pasa, el reloj, si existe, puede estarse alejando de nuestras manos. También debo chequear la pista que me regalo Mortadelli, después me daré una pasada por la Hermandad Sincrética Mckennista de Ceres y veré si me puedo apuntar a su programa de asimilación avanzada para nuevos acólitos.
De vuelta en los sub-niveles del DistritoH.
La Roca, por ser el principal puesto de acopio de toda la minería en el Cinturón de Asteroides, esta llena de casas de empeño. Están por doquier, y mientras mas profundo bajes, mas hallarás, pero cada vez de peor reputación. Es cierto que el recurso más valioso del Cinturón de Asteroides es el agua, que se encuentra en forma de bloques de hielo, sin embargo, los mineros aprovechan los demás metales que hay en abundancia; como el Paladio, el Platino, el Iridio y el Oro para revenderlo y poder balancear sus miserables salarios.
Después de visitar más de una docena de estos decentes establecimientos con los más ladinos nombres; Dinero Rápido Ya, Liquidez Inmediata, La Calentura del Oro, Las Vacas Gordas, El Genio de las Piedras Preciosas, Rocas por Crédito Ahora, Cobra y Corre. Y de interrogar a una decena de encargados, amargados y poco colaboradores, creo que di con lo que estaba buscando. En un local de mal aspecto al final de un túnel semi-tapiado por algún viejo colapso, veo un reloj de leontina en su vitrina. El negocio tiene el llamativo nombre de El Minero Feliz y solo se encuentra a unos tres peñonazos del Hoyo de Queque. Me dispongo a entrar e interrogar al encargado.
TLING – TLING – Sonaron las campanitas colocadas encima de la puerta para anunciar la entrada de nuevos clientes.
El negocio es inmenso, pero esta atiborrado de todas las cosas habidas y por haber, hasta el techo. Muebles, Ropa, Guitarras y otros extraños instrumentos, aparatos electrónicos para todos los usos conocidos, y joyas, muchas joyas. Todo esta resguardado con rejas, como es costumbre en esta zona. El encargado te habla a través de un sistema de intercomunicador, y hace los canjes mediante una gaveta-bóveda que abre para ambos lados del mostrador reforzado.
— ¿Eres Poli? —la voz era aguda y sonaba muy distorsionada a través del pequeño altavoz—. No queremos problemas.
—Estoy interesado en piezas antiguas. Soy un coleccionista.
—Esto no es un museo, si tiene rocas para vender, colóquelas en la gaveta.
—Quiero que me muestres el hermoso reloj de leontina que tienes en la vidriera. ¿Tienes documentos de propiedad de esa chuchería?
— ¡¿Documentos?! ¿Quién carajos eres?
—Puedes estar en posesión de propiedad robada, además de posible evidencia en un homicidio. ¿Supiste del tipo que navajearon en el callejón Sur la semana pasada? —hice una corta pausa y antes que dijera algo—. Puedo tener a la Policía Solar aquí hurgando en tus registros en veinte segundos —si hay algo que los roqueños evitan a toda costa, es a la Policía Solar y este idiota ignora que a ellos les vale verga el asesinato de Loncho.
Le mostré mi credencial de Investigador privado.
—Está bien, está bien, no se moleste. Tengo un negocio honrado, no soy responsable de lo que suceda fuera de las paredes de mí establecimiento.
—Muéstrame el reloj. ¿Quién te lo trajo?
El dueño se levanto de su asiento como si le hubiera saltado un resorte a la silla, era un hombre muy delgado. Logre ver brazos largos y huesudos asomar por la mangas de su colorida camisa floreada cuando se estiró a tomar el reloj de su lugar en la vitrina. Típica fisonomía roqueña, debe ser roqueño de tercera generación, al menos.
La gaveta-bóveda se abrió con un fuerte sonido metalito. Dentro, un hermoso reloj dorado con una corta cadena me esperaba.
— ¿Quién te lo trajo? —insistí mientras tomaba el reloj de la gaveta.
—Kilroy Henry —susurró el dueño del Minero Feliz a través de su pequeño altavoz.
Los vellos de mi nuca se erizaron al leer la inscripción que tenía aquel reloj en su dorada tapa.
“Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”
D del T. Junio 3, 1945.
Вы знатоки писательского дела. В наше время это в целом бесконечно имеет значение.
ГРАЦИАС