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II

Nuestro sujeto es el Doctor Julián Alonso Quijada-Gutiérrez, hermano mayor del padre de la sseñorita Ana Rossa. Terráqueo, ciudadano español, nativo de Madrid, astrofísico y exo-botánico, retirado, de 65 años, divorciado y sin hijos. Según su ficha policial reside en el cubículo 428-E, un cuartucho en la zona de condominios del Distrito-C, en Ciudad Picapiedra, responde al sobrenombre de Loncho, mide un metro setenta y siete, pesa sesenta y ocho kilos, cabello canoso, sin vello facial, sin cicatrices ni marcas reconocibles. No posee registro criminal.

No posee registro criminal, ¿no es extraño? sin registro criminal, pero el comisionado de policía lo tilda de traidor al Sistema Solar. ¿Cómo es que un traidor a la humanidad no tiene registro criminal?

El dato más revelador de mi búsqueda en los datos policiales, es que hace cinco días en el callejón Oeste del Distrito-H, se reportó un asesinato, la victima, como lo pueden estar adivinando, no es otro que nuestro desaparecido Doctor Quijada-Gutiérrez. El informe de la investigación es tan frugal como su ficha personal. Asesinado de ocho puñaladas entre el pecho y el abdomen con objeto punzo penetrante, se ignora el móvil y el culpable. Se le asigno el caso al detective de homicidios Harry Manduca, un pelmazo si me preguntan a mí. No ha habido arrestos, ni se han señalado sospechosos, el caso se encuentra archivado sin resolver. Y no creo que tengan ninguna intención de hacerlo.

¿Por qué el comisionado de policía de La Roca, olvidaría mencionar al familiar de una victima de homicidio que sabía perfectamente que el cadáver de su querido tío se encontraba conservado en frío criogénico en las neveras de la morgue policial?

La ficha de Loncho es misteriosamente escueta y simplista para mi gusto, a mi me huele a manipulación de registros. Si no puedo confiar en la información que me suministran los medios oficiales, tendré que recurrir a métodos menos ortodoxos. Antes de comunicar la terrible noticia de que halle el cadáver de su tío a la señorita Ana Rosa, debo averiguar quien era realmente este Loncho y porque se encubre su muerte, esto sólo puedo hacerlo a la antigua; pateando la calle. Primera parada, Distrito-C.

Encontrar el conjunto de cubículos que buscaba no fue difícil. El D-C es una zona muy limpia y bien demarcada de La Roca, principalmente residencial, destinada originalmente a dar alojamiento a los trabajadores de rango medio de las minas. En la actualidad es una zona de baja delincuencia, que como toda la ciudad se ha empobrecido y ha perdido su status original. Por ser el único de los niveles superiores con permiso residencial, subdividieron avaramente las estructuras de los otrora amplios condominios para poder alojar la mayor cantidad de inquilinos, por ende se ha multiplicado exponencialmente la densidad poblacional del distrito. El cubículo 428-E, no es mas que un espacio privado de veinte metros cuadrados, que incluye una cama plegable a la pared, una cocinilla de una sola hornilla, una Eter-terminal y baño comunal en el pasillo, todo este lujo por la módica suma de setecientos cincuenta créditos al mes, una ganga si se toma en cuenta que por este precio uno puede pavonearse de ser un habitante de los niveles superiores.

Antes de aventurarme a irrumpir en una morada privada, y evitando caer en una trampa caza-bobos, me dispuse a vigilar el condominio en cuestión desde una distancia prudencial. Ocupe una pequeña mesita al lado de la ventana de un café que se encontraba perpendicular al condominio y desde donde tenía una visión completa de quien entraba y salía del mismo, ordene un expresso minero y me dispuse casualmente a leer el ejemplar del día de La Pizarra de Piedradura y sorber con pasmosa calma mi caliente brebaje. Luego de un par de horas de vigilancia, no pude observar ningún movimiento que llamara mi atención, así que decidí poner en practica uno de mis talentos personales y arriesgarme a entrar en el condominio bajo falsos pretextos.

Ya que el condominio y casi cada milímetro de La Roca se encuentra bajo constante vigilancia de video, entrar a la fuerza en el cubículo no era una opción. Así que busque entre mi colección de credenciales falsas y oprimí el intercomunicador del cubículo del superintendente del conjunto residencial.

Diez segundos más tarde, la voz de una señora mayor y muy molesta respondió el llamado:

—¿Qué quiere? ¿A quién busca?

—Muy buenas tardes, doñita, se que debe estar muy ocupada, no voy a quitarle mucho de su tiempo. —oculte mi verdadera voz con un marcado y muy agudo tono nasal, típico de los terráqueos.

—No me interesa comprar nada de lo que este vendiendo —interrumpió la señora.

—No me encuentro en el negocio de las ventas, mi señora. —señalé al tiempo que acercaba una de mis falsas credenciales a la cámara de circuito cerrado.— Verá, soy abogado de la familia Gutiérrez de la Tierra, y me han enviado a ocuparme de los asuntos del Doctor Julián Alonso, quien habitaba el cubículo 428-E. Mi nombre es Montoya, Iñigo Montoya, abogado, a sus servicios.

—¿De la Tierra? —la voz de la señora había cambiado notablemente.— ¿Qué le paso al pobre de Loncho? ¿Él esta bien?

—No estoy en libertad de dar detalles de una investigación en curso, señora mía. Pero, en mi opinión profesional, yo sospecho juego sucio —pronuncié esto último en tono confidencial y casi susurrándole al micrófono.

Instantáneamente, un sordo chasquido y una corta alarma sonora, me indicaron que la señora superintendente había desbloqueado a distancia la cerradura de la entrada principal, dándome así entrada a la estructura. Bingo.

El chisme es el bálsamo que lubrica todos los engranajes de la sociedad.

Me deshago rápidamente de la súper del edificio luego de haber alimentado su morbo inventándole una historia sobre una herencia reclamada por la familia del doctor desaparecido, ella me dio acceso al cubículo y entonces me dispongo a revisar meticulosamente el habitáculo de la victima.

Estoy seguro de que los esbirros de la Policía Solar y los de la Agencia ya estuvieron aquí antes que yo, y muy probablemente hayan retirado y destruido cualquier evidencia que no quisieran que fuese encontrada, pero ellos no tienen mi olfato.

El cuarto es mas pequeño de lo que imagine, da una triste sensación de claustrofobia entrar en el. No posee ventanas al exterior, solo unas aberturas circulares en las paredes con unos pequeños ventiladores de tres aspas mantienen la habitación aireada, apenas hay espacio para moverse, y eso con la cama plegada a la pared. No hay mucho que ver, solo algunos artículos de aseo personal, ropa, cigarrillos marca Camel, muy difícil de encontrar en La Roca, algunas publicaciones terrestres en papel sintético sobre astrofísica y muchos empaques de comida deshidratada. En el espacio dedicado a la cocina, nada más que una esquina con gabinetes, una hornilla de convección y un horno, encuentro algo peculiar, un porta-vasos plástico del bar La Ostra Azul; un tugurio del Distrito-F frecuentado casi exclusivamente por roqueños veteranos de las Guerras Psíquicas. Si Loncho era cliente asiduo de este lugar, es muy probable que se haya ganado su enemistad Solar luchando del lado de los Picapiedras en las Guerras Solares. Tendré que hacerle una visita social a Panagérico Dulfo, viejo conocido y dueño del bar en cuestión. Continúo mi búsqueda, aplasto mi cuerpo contra la pared contigua para poder desplegar en toda su extensión el catre con colchón que Loncho llamaba cama. Debajo del colchón encuentro un montón de papeles en varios sobres de material sintético, en rápida revisión descubro que son; estados de cuenta, una demanda de patria potestad, un anuncio de cobro de deuda atrasada, algunas cartas personales que me guardo en el bolsillo interno de mi gabardina, y un informe médico.

Éste último fue el que llamó mi atención. Es el informe final de un estudio complicado y muy costoso realizado en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Marte hace cinco meses; un estudio Radio-nuclear del sistema nervioso central. Lo despliego y de entre la jerigonza médica y gracias a mis rudimentarios conocimientos forenses logro descifrar los resultados; paciente: Julián Alonso Quijada, diagnóstico: Agotamiento Nervioso Irreversible.

 

CONTINUARÁ…